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La voz de John Vermont puede recordarte a Bon Iver, a James Blake,
a Marving Gaye o incluso a Al Greens, por ubicar con algún ejemplo.
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Pero es una voz desde luego reconocible y por tanto personal.
Hay indudablente en su forma de arrastrar las notas muchos matices de nostalgia, y eso la convierte a menudo en una sensación
que se percibe indudablemente como visceral.
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Sus producciones letras y composiciones caminan entre lo electrónico,
lo analógico y lo desconcertate. Desde un downtempo, el beat de pista,
el folk o el indie, pero finalmente es su voz lo que le da a todo coherencia,
y curiosamente bastante elegancia.
​
Marida como costumbre con pianos, glitchs, contrapuntos
y grandes silencios. John no acostumbra a cargarnos en exceso
normalmente con su voz y un poco más ya basta y sobra.